Maternidad


La maternidad es una evidencia que no se va. De la que no se puede escapar. Sobre la que tengo sentimientos encontrados. Me completa y a veces me ahoga. Me da raíces y a la vez vuelo. Paz y movimiento. Es realmente un encuentro. De los cercanos del tercer tipo. Un encuentro con uno. Y con todos los uno que uno tiene adentro. Porque la maternidad ata cabos sueltos. O desata los que estaban atados. Es una revolución. Maravillosa, pero revolución al fin. Todo cambia, todo se resignifica. A veces pienso en como era yo antes de él, de ellos. Y es difícil. Ya no se como era.
Cuando uno es madre se cae el velo. Ese que no sabíamos que teníamos y que al caer abre un mundo nuevo.
Amo ser madre tanto como lo sufro. Es como si el corazón se agrandara. Como tener 2 cuerpos. Sólo que lo que le pasa al otro cuerpo duele más que el propio. Tanto que a veces tengo que cerrar los ojos, como para no sentirlo. Porque si no lo veo, quizás es que no paso.
Hay momentos en los que no me siento madre, y vuelvo a ser yo. Son como ráfagas de libertad. En las que siento que dispongo de todo mi ser. Son refrescantes, hacen bien, pero duran poco. 

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